Y si estamos viviendo en un mundo, en cual nadie esperaba, donde la desolación y la incertidumbre es el pan del cada día. Las visiones del mundo postcoronavirus dejan postales que realmente nos hace estar agradecidos de tener un pan en la mesa, una techo en la cabeza, una cama donde descansar o cualquier comodidad que antes podía parecer básica, hoy parece un lujo. O al menos así es en Perú.
Estaba conversando con unos amigos mientras cada bocanada de humo parecía jalar el gatillo, y el humo era la bala que entraba. Hablábamos de todo, cualquier cosa que podía buscar un recuerdo feliz en nuestra memoria, para que se convierta al final e una sonrisa.
De pronto empiezan con esta historia, mi amigo un papá primerizo me cuenta que mientras venia a casa había un tipo en el suelo, con su hijo pidiendo limosna, y el niño de menos de dos años jugaba con una caja como si fuera un castillo, donde el protegía su reino de las inclemencias invisibles y salía airoso, balanceando su espada invisible en el aire mientras reía como quien descubre que es el amor por primera vez, mi amigo no podía dejar de ver, vio como una señora se acerco a darle un vaso con alguna bebida y el papa tomaba un sorbo y ha su vez el niño un sorbo mucho más largo, repitieron el mismo ejercicio dos veces más. No necesito decir que el hombre tenia un cara como si estuviera perdido en el desierto. Antes de calmar su sed, sabia que su hijo era lo más importante. Mi amigo me cuenta y me dijo que les invito algo de comer, que les prometió volver con ropa.
Él acaba de ser papá y me dice, y yo sintiendo que a mi bebe le falta, unas zapatillas más, o un juguete más o cualquier cosa mínima cuando el pobre niño no tenia nada, pero no recuerdo ver una cara así de feliz hace tiempo.
Nos fuimos y solo pude prender un cigarrillo más, mientras veía como el humo se bailaba con la luz de un farol haciendo una figura parecida al cosmos, pensaba lo sencillo que podía ser feliz y sin embargo ponemos tantas cosas o excusas, volviéndolo una faena complicada extremadamente difícil de alcanzar, nos concentramos en todo aquello que no tenemos y no nos damos cuenta de lo afortunado que somos por lo que ya tenemos, que ahí se esconde realmente la felicidad, en compartir con los nuestros, en reír, saltar, abrazar, jugar. Es tan sencillo que por ese mismo hecho creo que no la vemos, porque siempre cuando las cosas están más claras delante de nosotros es más difícil de verlas. Cuando no entendemos con una sonrisa puede ser el mejor remedio para alguien y pensamos que a lo mejor es que le falta un abrigo, una casa nueva, el nuevo celular, que se yo, Ojala todos fuéramos tan felices como ese niño buscando dragones en el aire, peleando día a día para rescatar a la princesa y aunque todo sea adverso saber que siempre, pero siempre, al final del túnel puede estar la salida y siempre por más oscuro que haya sido el camino siempre habrá un rayo de eso que llaman esperanza.
